Estaba en su casa tranquilamente, mirando la tele.
Se sentía.... tranquila, no felíz, pero sí tranquila.
Estaba concentrada mirando una película, cuando tocaron la puerta.
A duras penas se levantó del sofá y abrió.
Ahí estaba él.
Su odioso vecino.
El la miró con cara de pocos amigos, no se llevaban muy bien, la verdad ?
Se detestaban.
Pero él era el único que podía ayudarla con Matemáticas, así que se resignó a dejarlo entrar.
Se sentaron en la mesa del comedor, ella con sus carpetas, y él a su lado, dispuesto a explicarle
lo que ella no supiera.
Ella le mostró sus ejercicios, la verdad no eran demasiado complejos para alguien como él, pero con toda la paciencia
del mundo, le explicó punto por punto, mientras ella intentaba hacer todo correctamente.
Mientras ella intentaba, él la miraba, miraba su concentración al intentar hacer los ejercicios, le parecía muy...
interesante.
Miró sus manos, una que sostenía el lapíz, y otra apoyada con delicadeza sobre la hoja,
miró sus ojos, concentrados fijamente en el papel,
miró su boca...
y se detuvo, el no podía, era una chica a la que sólo le enseñaba lo que ella no entendía.
Ella trataba de concentrarse, pero le parecía imposible, sentía un par de ojos que la miraban fijamente,
por más que trataba de resolver las ecuaciones, sentía demasiada presión.
-No, no, no ! Ayu, estás equivocandote de nuevo !- Dijo el joven, ya molesto.
Ella dejó el lapíz, estaba harta.
-Cuál es tu maldito problema ? Si no querés enseñarme más andate !- Contestó la chica.
Comenzaron a discutir, la verdad, ambos ocultaban con el odio aquella atracción que sentían por el otro, temiendo
el rechazo.
-BUENO, NO ES MI CULPA QUE NO ENTIENDA DE MATEMÁTICAS, LANZA!- Dijo ella, parecía explotar en cualquier segundo.
El chico, lleno de rabia, empezó a juntar un par de cosas que había en la mesa, tratando de no reaccionar de mala
manera.
La joven, llena de rabia, se apoyó en la mesada con los brazos cruzados, esperando que él se fuera.
El chico tomó sus cosas, y se acercó a ella.
-Sabes ? Te hacen falta más clases... pero de otras materias por lo que sé- Le dijo.
-Si, claro, a ver chico genio, en que materia estoy mal según vos ?-
-En el amor... y yo puedo ayudarte....- La tomó de la cintura sin miedo.
Ella quedó sin habla al ver su reacción, momentos después reaccionó, lo tomó de la cabeza, e hizo que se dirigiera a su boca.
La besó sin miedo, al ver como ella lo invitaba.
Tiraron todo lo que había a su paso, la cargó, y la llevó escaleras arriba.
Esa noche él le enseñó una nueva materia,
una que ninguno de los dos olvidaría.
La materia del AMOR.
La mañana siguiente, ella despertó entre sus brazos, el al verla le dió un beso.
-Te gustó la clase ?- Dijo él.
-Me encantó, creo que necesitaré de tus clases particulares todos los días- Dijo ella y sonrió.
Ambos se dieron un beso, que marcaría desde ese día sus vidas.